No vale la pena quedarse sentada ahí mirando por la ventana
a ver como pasa el tiempo, viendo los días, los segundos desperdiciados, y todo
por no querer elevar las manos al aire y decir “por mi puto orgullo seré fuerte
a pesar de todo”, no, nos quedamos ignorados, apartados, con un pañuelo en la
mano y con recuerdos a su remojo…
En lo primero que pensamos es en nuestro error, en lo
segundo en su arrepentimiento, en lo tercero su ignorancia y lo cuarto que no
vale la pena seguir luchando. Y es que no nos damos cuenta, ni yo sinceramente,
de que la vida está para eso, para lucharla, para vivirla, gota a gota, segundo
tras segundo, disfrutarla aunque sea llorando..
Y te das cuenta que llorar y apenarte no es la solución, sino que es solo un señuelo para el culpable
de tus tonterias, tus cabreos, y decides salir a campo de batalla, con tus
armas y luchar hasta el final. ¿Y cual es nuestro premio? Pues el saber que
colocamos la batalla de guerra y que conseguimos lo que queremos si nos
arriesgamos, que si luchamos, ganamos.
R#
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